TRAS LA NIEBLA



Hace ya mucho tiempo, un velo cubrió mis recuerdos. Estos quedaron ocultos por una espesa niebla blanca. Pero ellos siguen ahí aunque yo no pueda verlos. Al otro lado del velo, tras la densa bruma que me ciega, se halla la conciencia sin límites, la que está en todas partes y en ninguna, la que aunque no tiene forma, todo lo conforma.

Ella es un lugar increíble, de gran belleza, amor y conocimiento, más sin palabras conocidas que puedan describirla. Un lugar con cascadas de luz, sonido y colores, donde es posible comunicarse de manera directa con uno mismo, como quien habla sin ningún tipo de duda con la Divinidad. Allí la visión del todo es completa y no parcial y limitada como a la que ahora tan cómodamente estamos habituados.

Espirales y más espirales, una atemporal danza circular ha sido grabada a lo largo de la historia para que podamos un día descifrar todo este misterio que ahora no nos deja ver más allá de nuestras narices. Símbolos marcados en cada rincón de la naturaleza, para que cuando crucemos al otro lado y sintamos por un tiempo que no entendemos nada, esa luz de la que venimos, nos indique por donde debemos seguir.

Porque si, un día de repente la luz surgirá, y es entonces cuando descubriremos que todo el camino que hemos recorrido hasta este momento, nos ha ido preparando en la oscuridad para acoger este preciso y maravilloso instante.

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